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Por Soledad Lorca

En la cuenca del río Chepu, en la comuna de Ancud, un grupo de pescadores artesanales está marcando un nuevo rumbo para la conservación costero-marina en Chile. A través de la creación de una Zona de Protección Voluntaria (conocida como refugios marinos) dentro de su Área de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB), el sindicato de pescadores Mar Adentro lidera una estrategia innovadora que combina la sostenibilidad pesquera con la restauración, la conservación de la biodiversidad y el desarrollo del turismo de naturaleza.

La iniciativa, apoyada por el Proyecto GEF Incentivos para la Conservación de la Biodiversidad (GEF ICB) y el Centro de Estudio y Conservación del Patrimonio Natural (CECPAN), busca implementar un refugio marino en el sector, restringiendo voluntariamente la extracción de especies para permitir la recuperación y regeneración de ecosistemas acuáticos. Este modelo se alinea con el enfoque de conservación comunitaria que está emergente en diversas regiones costeras del país, posicionándose a las comunidades como actores centrales en la protección del maritorio. 
“Lo que está siendo desarrollado en Chepu no es solo conservación de la biodiversidad: es buscar la construcción de un modelo donde la pesca artesanal, el turismo y la educación ambiental sean una alternativa efectiva de sustento económico para el sector pesquero artesanal” , señala José Valencia, coordinador de experiencias marinas del Proyecto GEF ICB.
“Este tipo de liderazgo local es clave para proyectar un futuro con océanos sanos y economías costeras resilientes”. 

El proyecto contempla, además, el desarrollo de mecanismos de financiamiento y certificación que permitan sostener el refugio marino en el tiempo, mediante actividades como la navegación guiada, la observación de fauna y la vinculación con mercados diferenciados que valoran las buenas prácticas pesqueras. 

Entre sus objetivos específicos, la experiencia busca: 

Financiar el mantenimiento del refugio a través del turismo de naturaleza, RSE y certificaciones ambientales; 

Promover prácticas pesqueras sostenibles que abran oportunidades en mercados con altos estándares de trazabilidad; 

Integrar la conservación de la biodiversidad con actividades educativas, recreativas y culturales vinculadas al territorio. 

Este esfuerzo se suma a una trayectoria de compromiso con la conservación de la biodiversidad por parte de la comunidad de Chepu, donde ya se ha impulsado la creación del Santuario de la Naturaleza Humedales de la Cuenca de Chepu y la propuesta del Área de Conservación de Múltiples Usos Chiloé Pacífico. 

La experiencia de Chepu no solo busca contribuir a la sostenibilidad ecológica y económica local, sino que también, se alinea a la búsqueda de un modelo replicable para otras zonas costeras del país. En ese sentido, el Proyecto GEF ICB trabaja para que este tipo de iniciativas se integren en las políticas públicas nacionales, como parte de la futura institucionalidad del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP). 

“Conservar ya no es solo proteger, es también generar bienestar para las comunidades” , afirma Amancay Cepeda, del Centro de Estudio y Conservación del Patrimonio Natural (CECPAN). “Este refugio marino demuestra que la conservación participativa es posible, efectiva y sostenible”. 


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